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Análisis de la Primera Epístola Universal del Apóstol Juan Autor : Juan, el apóstol. Fecha y lugar: Indeterminados. Probablemente fue escrita desde Éfeso, hacia finales del primer siglo. Destinatarios: Aparentemente a la Iglesia en general, ya que no tiene saludos, despedidas u otras alusiones personales; por lo tanto, pertenece a las epístolas generales. Llama a los creyentes con apelativos cariñosos como "hijitos míos" y "amados" Propósito: El autor menciona cuatro razones para escribir esta carta a los creyentes: Para aumentar su gozo (1:4) Palabras Claves: Comunión, saber y amor. Tema Central: Dios es vida, luz y amor perfecto. Su carácter constriñe a los creyentes a vivir en santidad y con amor fraternal. Particularidad: Esta puede ser llamada la "carta de las certezas". Comienza con una declaración positiva del conocimiento personal de Cristo (1:1 - 3). Da un gran énfasis al conocimiento espiritual que los creyentes pueden obtener. La palabra clave saber" o su equivalente aparece más de 30 veces.
Desde un punto de vista estrictamente literario, la Primera epístola de san Juan (=1 Jn) podría clasificarse como un sermón o un discurso teológico. La razón es la ausencia en ella de toda mención de autor, destinatario, encabezamiento, saludos y despedida. Sin embargo, desde los primeros tiempos del cristianismo se ha reconocido que este documento es, si no una misiva personal propiamente dicha, sí una especie de carta pastoral dirigida al conjunto de los miembros de algunas iglesias residentes en lugares próximos unos de otros: pequeñas congregaciones de Asia Menor, necesitadas de instrucción y consejos que las ayudaran a vivir en plenitud el testimonio de su fe en Jesucristo «venido en carne» (4.2–3). Fecha y lugar de redacción Ahora bien, a falta de esos datos personales que son característicos del género epistolar (véase Introducción a las epístolas), se ha atribuido desde el principio el presente escrito, como también 2 y 3 Juan , al apóstol Juan. Tradicionalmente se ha admitido que fue escrita en Éfeso, alrededor de los años 90. Ya sea que se entienda como sermón o como carta, lo cierto es que 1 Juan está muy cerca del Evangelio según san Juan, tanto por razones de redacción como por la ternura con que también ella llega al lector, por ese acento cálido tan claramente perceptible en expresiones como «hijitos» o «hijitos míos» (2.1, 12, 13, 18 y 28; cf. Jn 3.33; 21.5) y en los frecuentes apuntes «os escribo» y «os escribo a vosotros» (2.7–26; 5.13). Propósito El estilo literario de 1 Juan es repetitivo. Los diversos temas, luego de una exposición inicial (1.5–2.29), reaparecen por segunda (3.1–4.6) y aun por tercera vez (4.7–5.12), ya sea separadamente o entrelazados. Esta insistencia en los elementos temáticos viene a arrojar luz sobre algo que pertenece a los propios motivos básicos del escrito, que no son otros que la inquietud del autor ante la presencia de ciertos elementos extraños que en diferentes lugares estaban perturbando la fe y la comunión de los creyentes. No dice el autor cuáles eran las doctrinas ni quiénes las personas causantes de su preocupación, pero probablemente se trataba de algunas enseñanzas que, bajo el nombre genérico de «gnosticismo», comenzaban por entonces a infiltrarse en círculos cristianos de Asia Menor. Lo mismo que el cuarto evangelio, también 1 Juan manifiesta el propósito que persigue su autor. La epístola entera es un testimonio «tocante al Verbo de vida» (1.1; cf. Jn 1.1), una confesión de fe escrita «para que vuestro gozo sea completo» (1.4), «para que sepáis que tenéis vida eterna y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios» (5.13. Cf. Jn 20.31). Contenido y estructura Expresiones como estas dan carácter a la carta, que afirma la divinidad de Jesucristo (1.2, 3–7; 2.22–23; 4.2, 8, 14; etc.), enuncia la filiación divina del creyente (3.1–2, 9–10; etc.), reprueba la conducta de los «anticristos» (2.18–19, 22; 4.3) y revela que la justicia de Dios se resuelve en el hecho esencial de su amor, demostrado al entregar a su Hijo en «propiciación por nuestros pecados» (2.1–2; 3.5; 4.8–10, 16–17). Contra los «anticristos», esos falsos profetas que niegan la divinidad de Jesús y su misión redentora, Juan exhorta a los cristianos a permanecer en la relación de amor y vida que es la comunión con Dios, concretada en la realidad inmediata del amor fraternal (2.9–11; 3.9–12, 14–18, 23; 4.7–8, 11–12, 16–21). El vocabulario y las locuciones de esta epístola evocan en el lector el lenguaje del cuarto evangelio: ser llamados hijos de Dios (3.1–2, 10), ser nacidos de Dios (3.9), permanecer en Dios (2.24, 27–29; 3.24; 4.7, 16; etc.), tener al Padre (o tener al Hijo) es poseer la vida eterna (2.23; 5.12–13). También se aproximan la carta y el evangelio en el uso de determinados conceptos e imágenes, presentados a menudo en forma de antítesis: luz-tinieblas (1.5–7; 2.8–11; cf. Jn 1.5; 8.12; etc.), verdad-mentira (1.6, 8; 2.21; cf. Jn 8.44), vida-muerte (3.14; 5.12; cf. Jn 5.24–25), hijos de Dios-hijos del diablo (3.10; cf. Jn 8.44). Igualmente es característico de la epístola y del evangelio el uso de la palabra «verbo» para referirse al Hijo de Dios hecho hombre (1.1; cf. Jn 1.1–5,14). Con estas y otras figuras literarias explica el autor en qué consiste el conocimiento que el cristiano tiene de Dios: Dios es amor, y amar es conocer a Dios (4.7–12, 16, 21) con un conocimiento que ha sido revelado en «Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna» (5.20). Esquema del contenido:
Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998. La Biblia de Referencia Thompson, Versión Reina-Valera 1960, Referencia Temática # 4270. |